jueves, 11 de octubre de 2018

El Final del Viaje

No me quería ir sin despedirme de ella, tomé mi celular y presioné cada tecla tan fuerte como pisaba el acelerador, el sonido que producía el teléfono al tocar cada número estremecía en mi mente una gran gama de sentimientos desde miedo a tristeza, pero la decisión ya estaba tomada.

Durante el tiempo que demoró en contestar, mi mente comenzó a quedar en blanco poco a poco, pero no importaba, no necesitaba hilar perfectamente la historia que me llevaba a escoger este camino, pues mi llamada era solo una despedida.

Me encontraba en esas cavilaciones cuando de pronto escuché su voz, que resopló como brisa en mis oídos y logró a enfriar mis huesos y mi cuerpo por completo, "aló" oí decir, y las lágrimas comenzaron a caer por mí ya pálido rostro. Pasaron unos segundos y no atinaba a decir ninguna palabra, estaba hipnotizado con las líneas blancas de la carretera ya borradas con tanto desgaste y con las señales de tránsito que anunciaban peligro unos metros más adelante.

En ningún momento dejé de acelerar, estaba dispuesto a cumplir con lo que me había propuesto, me mantenía inmóvil y a mí alrededor ya no existía nada más que el roce del celular en mi mano y la presión continua que ejercía mi pie en el acelerador, hasta que nuevamente se escucha "aló", mientras ya a lo lejos se divisaba el barranco.

No sé exactamente las palabras que ocupé, ni tampoco lo que respondió, supongo que habrá intentado detenerme. Solté el volante y dirigí la vista al celular como si pudiera ver a través de él cada curva de su rostro, relajé todo mi cuerpo y deje caer los brazos a los costados.

Por un instante el tiempo se detuvo, al igual que el sonido del motor, lo que me permitió escuchar un fuerte choque que se escuchaba desde el otro lado del celular.

Lo juro, no sabía que ella también iba manejando.

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