jueves, 11 de octubre de 2018

El Orfanato


Ainhoa era una niña tímida que pasaba las noches del orfanato cociendo una muñeca con un poco de algodón, género, imaginación y todo lo que tuviese a disposición para darles los detalles, la cual tenía que esconder para que no se la quitara la directora, debido a las innumerables e injustas reglas que imponía en el orfanato.

Las niñas eran constante blanco de castigos y malos tratos de esta mujer, quien rondaba los 50 años de edad, de rostro muy pálido y cabello negro que ya comenzaba a ser superado por el número de canas.

En el orfanato abundaban las risas disimuladas y los movimientos sigilosos para que el piso de madera no crujiera en demasía y así enojarla, generando que el silencio domine los pasillos haciendo más tristes y frías las murallas descoloradas, adornadas por grandes cuadros igual de desteñidos.

Una noche, al llegar al orfanato, la directora encuentra el vestíbulo completamente destruido y con las murallas pintadas en rojo con la palabra “Bruja”. Enfadada se dirigió inmediatamente al dormitorio de las niñas que se encontraba en el segundo piso, subió por la escalera de caracol logrando superar los primeros escalones con gran agilidad, para luego disminuir paulatinamente el paso y comenzar a quedar sin respiración.

Ya gateando sobre la fría baldosa de mármol, con una mano posada sobre su pecho y con la otra dándose impulso, logra llegar arriba y recostarse sobre la alfombra aterciopelada que conectaba al final del pasillo con la habitación.

Sin recobrar aún el aliento y mientras concentraba todos sus esfuerzos en ponerse de pie, se apagan las luces del pasillo, dejándola inmóvil por unos segundos con la mirada perdida en la completa oscuridad.

El cansancio no le permitía emitir ninguna palabra, y el calor y la desesperación comenzaban a apoderarse completamente de ella. Sin recomponerse, llorando y con una asfixia en aumento, de pronto, distingue en el suelo una tenue luz que la hace levantar la mirada, ante ella Ainhoa la observaba con serenidad y en su mano su muñeca envuelta en llamas.


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